El sistema braille es un sistema de lectura y escritura empleado por las personas ciegas y por las que tienen deficiencias visuales graves (Ochaíta y otros, 1995). Este sistema está diseñado para poder ser explorado de manera táctil, por lo que se trata de un medio de comunicación alternativo al visual.
El braille no es un idioma, sino un alfabeto mediante el cual pueden representarse las letras, los signos de puntuación, los números, la grafía científica, los símbolos matemáticos, las notas musicales, etc. Todos estos caracteres poseen una naturaleza geométrica, ya que representan puntos, líneas, ángulos, cuadriláteros…
El elemento básico del sistema braille es el llamado "signo generador", “elemento universal” o “generador braille”, del cual parten todos los grafemas. Éste se estructura como una figura rectangular formada por seis puntos en relieve dispuestos en dos columnas de tres puntos cada una. Cada punto del símbolo generador se identifica con un número diferente dependiendo de la posición espacial que ocupe en el rectángulo. Mediante la combinación de estos seis puntos por presencia o ausencia de los mismos, se obtienen 63 signos o figuras diferentes. Algunos autores hablan de 64 combinaciones tomando también al cero (el espacio en blanco entre palabras) como un signo más.
El método braille, como cualquier otro sistema de lectoescritura,
es un instrumento básico y necesario para la persona en todos los aspectos de
la vida (escolar, profesional o social). Se trata de una herramienta que
posibilita la comunicación escrita entre las personas tanto con ceguera como
sin ella.
El braille pone en marcha mecanismos psíquicos y neurofisiológicos
distintos a los implicados en la lectoescritura convencional (Martínez y Polo, 2004). De esta forma,
las personas con ceguera o deficiencia visual necesitan aprender este sistema a
través de una metodología de enseñanza-aprendizaje fundamentada en el tacto.
Además, el aprendizaje de la lectura repercute en el funcionamiento cognitivo
general del niño; y el lenguaje escrito requiere un nivel de abstracción mayor
que el lenguaje oral, por lo que su uso incrementa el pensamiento abstracto.
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