El braille, como ya hemos mencionado anteriormente, es un sistema de lectura táctil. Como en la lectura visual, también consiste en la decodificación de una serie de signos arbitrarios.
En este
método se lee con los dedos de ambas manos, principalmente con los dedos
índices, por lo que se considera un sistema digital (Martínez y Polo,
2004). Para ello, éstos se desplazan por la línea de izquierda a derecha
reconociendo los diferentes grafemas de cada palabra, por lo que también es un
sistema móvil. Este proceso lector se considera de carácter analítico y
asociativo, ya que se toma el grafema como la unidad mínima fundamental en
lugar de la palabra. De esta manera, el reconocimiento lector se hace así letra
a letra, va de lo más simple a lo más complejo, para llegar a la construcción
de cada palabra y poder relacionarlas entre sí. Por último, también es un
proceso sintético al tener que percibir de manera global el conjunto de puntos
que forman cada grafema.
El movimiento de los dedos de las
manos en la lectura con el sistema braille es distinto en cada caso según la
habilidad de la persona en cuestión. Las principales técnicas de lectura son
las siguientes (Ochaíta y otros, 1995):
1. Lectura unimanual: sólo se utiliza una mano para explorar el texto, de modo que el dedo
izquierdo permanece en el comienzo de la línea mientras que el derecho explora
toda esa línea.
2. Exploración conjunta: los índices de ambas manos exploran a la vez la línea, moviéndose uno al
lado del otro.
3. Exploración disjunta: los dedos índices realizan movimientos independientes a lo largo de
la línea y cada mano explora diferentes partes del texto.
4. Exploración disjunta simultánea: durante un periodo de tiempo, ambas manos leen diferentes partes del
texto explorándolo de forma simultánea, de manera que la información se recoge
en paralelo.
5. Exploración mixta: es una combinación entre la exploración conjunta y la exploración
disjunta. Generalmente, es un movimiento en el que la mano izquierda lee
individualmente el comienzo de la línea, y después ambas manos exploran la
parte central hasta que la mano derecha termina de leer el final de la línea.
Por otro lado, en el aprendizaje de
la lectura con el sistema braille, es imprescindible desarrollar al máximo la
capacidad sensorial del tacto, ya que es la que permite el reconocimiento y la
identificación de los distintos caracteres del alfabeto. Para ello, tenemos que
considerar la realización de diferentes actividades relacionadas con la
exploración táctil, y también ejercicios para entrenar la orientación
(Barrientos y Peña, 1999). En este sentido, hay que tener en cuenta el momento
en que se empieza a instruir a una persona en la educación del tacto, puesto
que no será igual para alguien que haya nacido con ceguera, que para alguien
que sufre una deficiencia visual a partir de un momento más avanzado de su
vida. En este último caso, el tacto no estará tan desarrollado y entrenado como
en el primero, por lo que será mucho más difícil la adquisición de las
habilidades necesarias para el aprendizaje del sistema braille.
Además, para enriquecer el proceso
de enseñanza de la lectura, el maestro puede utilizar diferentes expresiones
orales, así como emplear variedad de materiales sensoriales y manipulativos,
como por ejemplo los juegos con formas geométricas, que permitan la
estimulación táctil del alumno.
Por tanto, para la enseñanza de la
lectura con el sistema braille, es necesario que el maestro tenga una capacidad
didáctica suficiente para programar, aplicar y adaptar los ejercicios a
realizar. Como es lógico, ha de conocer en profundidad este método. También hay
que tener en cuenta que debido a la lentitud que supone este proceso, es
conveniente disminuir el número de actividades, dependiendo de las necesidades
de cada alumno.
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